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Manolo Millares. Obra gráfica (1959-1972)

Manolo Millares. Obra gráfica (1959-1972)
Catálogo razonado

Papel: Cartoné
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Resumen

El corpus de la obra gráfica de Manolo Millares, unas cincuenta obras, quedaría en buena parte reunido en cinco carpetas, en su mayoría realizadas mediante técnicas tanto calcográficas como serigráficas: Mutilados de paz (1965), Auto de fe (1967), Antropofauna (1970), Torquemada (1970) y Descubrimientos-Millares, 1671 o Descubrimiento en Millares 1671. Diario de una excavación arqueológica imaginaria y barroca (1971).

Mutilados de paz (1965) fue la primera carpeta serigráfica, estampada por Abel Martín. Contenía cuatro estampas, presididas por un poema escrito por Rafael Alberti en Roma, bajo el cuidado de Gerardo Rueda. A ella seguirá Auto de fe (1967), otros cuatro grabados a punta seca, concebida con Elvireta Escobio. Una edición casi artesanal (veinte ejemplares numerados) estampada en el taller de Dimitri Papagueorguiu reproduciendo fragmentos del libro Causas del Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición en Canarias, desde los legajos recuperados por su bisabuelo, Agustín Millares Torres, de la torva destrucción por un carretero en la rada atlántica.

Antropofauna (1970), una carpeta de cinco aguafuertes estampada por el artista en el taller barcelonés de Gustavo Gili, con la ayuda de Joan Barbarà, para la colección Las Estampas de la Cometa, recibiría el premio Ibizagrafic (1972) del Museo de Arte Contemporáneo de Ibiza, concedido por un jurado en el que participó Conrad Marca-Relli. En ese año 1970 otro de sus grabados, también editado por Gili, sirvió de presentación al libro de José María Moreno Galván sobre el artista.

Torquemada (1970), carpeta de seis serigrafías, fue editada por Juana Mordó, la galerista de Millares y otros tantos compañeros de generación desde su apertura en 1964, nuevamente estampada por Abel Martín. Emblema de la representación de la ceguera destilada por la “justicia y la ira inquisidora, la mezquindad”, utilizando el glosario del pintor. A esta carpeta la seguiría Descubrimientos-Millares, 1671 (1971).

A las mencionadas creaciones gráficas hay que unir su colaboración en carpetas memorables: la dedicada a El Paso (Galleria L’Attico, Roma, 1960), estampada en el taller de Dimitri. También su presencia en la primera serie de serigrafías editada en 1964 por el Museo de Arte Abstracto Español de Cuenca, realizada por el tándem Eusebio Sempere y Abel Martín, quienes quedarían vinculados a las carpetas serigráficas de Millares: Mutilados de paz (1965), Torquemada (1970) y Descubrimientos-Millares, 1671 (1971). El Museo devino en un centro neurálgico de irradiación del arte gráfico y la bibliofilia en el país.

Para la editorial Alfaguara ilustró en 1969 los Poemas de amor de Miguel Hernández, en su colección El Gallo en la Torre dirigida por Camilo José Cela, realizando dos puntas secas. En ese mismo año, aprendió de Antonio Lorenzo la técnica del grabado que éste, a su vez, había conocido del artista gráfico Bernard Childs en los inicios de los sesenta, decidiendo instalar Millares su propio taller de grabado. De esta aventura interrumpida quedaron algunos ejemplares que forman parte de la exposición.

Llegaría en 1971 su último trabajo, verdadero alarde de concepto, también de planteamiento artístico, un homenaje al mundo conquense que tan fundamental resultaría en el devenir de Millares. Fue la carpeta Descubrimientos-Millares, 1671 o Descubrimiento en Millares 1671. Diario de una excavación arqueológica imaginaria y barroca. En sus doce serigrafías, tinta china y aguada de china gris humo, Millares despliega un universo de posibilidades, ejerciendo todo su conocimiento de los años previos, no sólo en arte gráfico, sino también su inmenso saber de dibujante. Es la victoria del negro y del gris, de los encuentros diversos, el triunfo de la escritura hecha signo: la mancha, la grafía, la tachadura, el dripping descendiendo o invertido, el pequeño signo y lo extendido, la escritura sobre textos impresos –negros, grises, espacios en blanco-, la línea y la huella. Algo de paroxismo creativo a lo Artaud hay en estas doce serigrafías que estampa Abel Martín y cuyo concepto cuida Ricard Giralt Miracle. Todo ello estuchado en la caja de madera que concibe otro conquense, Gerardo Rueda. Esta carpeta es también un regalo final de Millares para el Museo de Arte Abstracto Español, bajo la dirección de su fundador, Fernando Zóbel. Ahí están todos sus colaboradores: los hermanos Blassi, diseñadores conceptuales de la carpeta-objeto, y el carpintero del Museo, Domingo Garrote (junto a Rafael Saiz), ejecutor de la misma; el anagrama impreso del Museo, que diseña Gustavo Torner; hasta la mención bibliómana de Zóbel, que asoma en la apertura de la carpeta. Doce estampas como doce meses para el final de la vida del artista.

Un conjunto de cinco pruebas hechas en su estudio, de reciente localización en sus archivos, y ocho grabados póstumos, con algunas variantes, estampados en el taller madrileño Mayor 28, con la cooperación de Fernando Bellver y Manuel Valdés, cierran la publicación razonada.

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