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Cuaderno Palazuelo-Villon

Cuaderno Palazuelo-Villon

  • ISBN: 9788409244324
  • Editorial: Fundación Pablo Palazuelo
  • Lugar de la edición: Madrid. España
  • Encuadernación: Cartoné (Tela)
  • Medidas: 25 cm
  • Nº Pág.: 66
  • Idiomas: Español

Papel: Cartoné (Tela)
25,00 €
Sin Stock. Disponible en 7/10 días.

Resumen

Inédito pues, en el mismo, Pablo Palazuelo (Madrid, 1915-2007) y Jean-Jacques Moreau recogieron un conjunto de hermosísimas fotografías en blanco y negro del Barrio Latino, realizadas en París entre 1954 y 1955, al que unieron, mediante collage, fragmentos de poemas de “El Testamento” del poeta goliardo François Villon (París, 1431-1463). Palazuelo vivía en París desde 1948, permaneciendo en esa ciudad durante dos décadas, vinculado a la Galerie Maeght, que difundió su obra y donde pudo encontrarse con el fértil contexto de artistas internacionales de aquel tiempo. Además de la introducción mencionada, el libro recoge los poemas seleccionados de François Villon, traducidos al español.

Editado bilingüe (español/inglés) el formato respeta el del cuaderno hallado. El cuidado diseño del mismo ha sido realizado por Alfonso Meléndez.
Como concluye su autor en el mismo: “Parábola del hijo pródigo, el caminante que tuvo que errar para construir su vida, Palazuelo y Villon, camina, camina, persuadido, en el fondo de su alma, de que tiene que haber en el cielo o sobre la tierra -en alguna parte en suma- una casa hospitalaria, donde lo esperará un padre clemente junto a una mesa bien servida. ¡Oh ese sueño del hambriento que yerra por la carretera!” (…) Un libro entrambos que es devuelto ahora al misterio del mundo, semejare, enfrentados poesía e imagen entre las sombras del médium Villon”.

El fascimil recoge el texto introductorio de Alfonso de la Torre, donde encontramos fragmentos como este, perteneciente a Pablo Palazuelo en su ronda de noche: «Recordemos que la admiración por ese “ser de excepción”, Villon, fue extendida en el siglo veinte desde otros malditos como Rimbaud y Verlaine, por ejemplo el primero le llamó “mère nourricière” del mundo del quartier latin, en tanto el segundo le idolatraba, en sus palabras. Admirado también por Louis-Ferdinand Céline, fue el primer poeta moderno para Octavio Paz, cantado por Leo Ferré o Georges Brassens y, en nuestro contexto, maldito, maldito Leopoldo María Panero. E hizo a los Duchamp que dos hermanos, Jacques (Gaston Emile Duchamp) Villon y Raymond Duchamp-Villon, portasen el heterónimo de Villon, ilustrando el primero “Le Grand Testament”. Por tanto, esa admiración había sucedido ya en la historia del arte y fue permanentemente recordada por el esquivo Marcel Duchamp. Pues para Jean Clair, es importante la deuda de Duchamp con el concepto de soltero-matrimonio-pendu, que este comparte con Villon, recordando que el “Gran Vidrio” lleva el título de “Pendu femelle”: la muerte, el amor y el azar fueron tres de las reglas esenciales del lenguaje de Villon, compartidas con el de Puteaux. A esta historia podemos entonces sumar ahora a Pablo Palazuelo, quien recordaba siempre su admiración por la obra de Marcel Duchamp y, más aún por Raymond Duchamp-Villon, subrayando el madrileño su conexión con el hermetismo y la alquimia.

El único poeta, -con Rimbaud, quizá-, para Cioran en tanto que, visto por Céline, Villon sería el Shakespeare francés, un verdadero médium: “Es capital, es nuestro Shakespeare. Tiene el hallazgo con él, el hallazgo profundo. Tiene una melancolía profunda, un misterio. Porta, de un golpe, las melancolías que vienen de lejos, que están por encima de la naturaleza humana…quién no tiene esa cualidad. Y las transporta hasta la superficie. Es un médium. En cierta medida es un médium”. Mas no olvidemos otro hecho fundamental: Villon fue el primer paseante de las calles de la ciudad que crecía y se extendía sin cese, en su verso dolorido la urbe contemplada como un escenario de los acontecimientos, calle de los primeros dolores, introductor del hallazgo del flâneurismo mucho antes que Baudelaire o Benjamin. Verdadero precursor del artista moderno Villon fue capaz de hallar, en el páramo confuso del bullicioso quartier latin, una belleza no jerarquizada y distinta, lanzando como dardo su palabra tanto a hampones como a reyes, menesterosos u opulentos, vagabundos y administradores de la justicia, expeliendo su desazón aquí o acullá, cantando a una belleza otra no descubierta hasta entonces (…).

Poemas de François Villon.

Fotografías: Jean-Jacques Moreau.

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