Esta obra se dedica a las figuras contractuales en que se prestan los servicios. La figura «huérfana de regulación» en nuestro ordenamiento, el contrato de servicios, tiene una «familia» variopinta en la categoría de contratos de prestación de servicios, como contratos de actividad para otro, delimitados en función del concreto servicio que define el tipo. La inacabada construcción forense del contrato de servicios se sustenta entre el recordatorio a la locatio conductio-operarum y la locatio conductio-operis, y el recurso a la dicotomía entre las obligaciones de medios y las obligaciones de resultado. La carencia de los tipos contractuales sobre este modelo se revela en la construcción híbrida del contrato que «sin dejar de ser de servicios se aproxima de forma notoria al contrato de obra». Por éstos y otros motivos el trabajo aborda una calificación de los contratos de servicios y de obra en razón del objeto de la prestación de hacer, pero distinta de la que atiende al resultado esperado. Los servicios también configuran contratos mixtos y complejos con una extraordinaria tipicidad social que demandan respuesta jurídica a los conflictos en su desenvolvimiento. El Derecho del Consumo persigue el acoplo constante del ordenamiento jurídico a la demanda de problemas cotidianos y abundantes. En esta obra se analizan las diferentes figuras contractuales típicas, atípicas, mixtas o complejas de prestación de servicios, como: los contratos de servicios y de obra, los contratos de guarda y custodia (depósito); los contratos de gestión o colaboración (contrato de mandato, contrato de mediación inmobiliaria); las denominadas «ventas de servicios» (ventas automáticas, ventas a distancia) y el contrato de suministro de energías naturales; los servicios en relación con la venta de bienes o productos de consumo; la prestación de servicios en el contrato de aprovechamiento por turno; el contrato de aparcamiento de vehículos; el contrato de viaje combinado; los contratos de hostel