Uno de los principales retos al que se enfrentan los procesos de negociación de los Acuerdos de Libre Comercio es garantizar el crecimiento del empleo prometido por la liberalización de los mercados y, al menos, asegurar el mantenimiento del estatuto jurídico de los trabajadores. En corto, no resulta admisible una carrera hacia abajo de las condiciones laborales como resultado de la intensificación de la competencia entre las empresas tras la aprobación de este tipo de Acuerdos.
De lo contrario, el rechazo de amplios sectores sociales a estos Tratados de Libre Comercio imposibilita su entrada en vigor o propicia el abandono de las negociaciones. Todo ello trae causa, en parte, de cláusulas laborales con contenidos poco ambiciosos y de la ausencia de compensaciones para los previsibles "perdedores" dado que, en el mejor de los escenarios, la cláusula laboral se limita a exigir el cumplimiento de estándares internacionales mínimos procedentes de la normativa de la OIT. Por todo ello, conviene explorar nuevos espacios en los que la suscripción de Acuerdos de Libre Comercio sea visto como una "oportunidad" para garantizar niveles de protección laboral apropiados.