Recuperado por el liberalismo romántico, que hizo de Simón Bolivar un precursor de movimientos -como el Risorgimiento italiano o la #Primavera de los Pueblos# de 1848-, el #Libertador# pasó a ser el gran defensor por excelencia de los valores de #orden y progreso# pregonados por el positivismo decimonónico de ambos lados del Atlántico. Bolivar, en términos de su formación intelectual, fue un perfecto y refinado producto del pensamiento de la Ilustración, una afirmación que, de por sí, no va más allá de la evidencia o del más gastado de los lugares comunes. Pero lo que a menudo no se toma en cuenta es que el pensamiento político de la Ilustración tiene distintas vertientes y que son variados los caminos que puede tomar la razón al concebir, como hizo Bolivar, un nuevo modelo de sociedad. El #Libertador# fue, por ende, tanto el testigo como el actor, lúcido y consciente, de las contradiciones inherentes a la lucha por la modernidad emprendida desde los inicios del proceso emancipador, como reflejan éstas cartas aquí editadas. Los designios de una racionalidad ilustrada se estrellaban bajo la dura realidad de los hechos. Más allá de lo meramente político, esta lucha había adquirido los rasgos de una dimensión social que era indispensable tomar en cuenta como uno de los factores decisivos para asegurar la viabilidad de futuro del proyecto original de su pensamiento.