“Sucesivamente reeditado hasta en cuatro ocasiones (cada una de ellas ampliando y corrigiendo las anteriores), los Novelistas malos y buenos del padre jesuita Ladrón de Guevara verifica un juicio universal y supone un verdadero “Valle de Josafat” tipográfico, donde acuden convocados “un sin número de novelistas” para dar cuenta de la materia narrativa de su invención peligrosa. La titánica obra del jesuita Ladrón de Guevara es homóloga, cuando menos por la extensión y altura de sus intenciones, a la de otros grandes de la crítica literaria de nuestro siglo xx: el Sartre que escudriña la biografía de Flaubert; el Goldmann que nos lega un admirable Racine; el Lukács que ha rearticulado el discurso literario occidental en su matriz política e histórica; también de Freud, en fin (y acaso de éste más que de ningún otro), que legisla sobre el fantasma y el deseo oculto en la producción narrativa de su época turbulenta. Pero acaso se reclame con más ahínco de otros grandes y oscuros tratados, éstos de “filología negativa”, textos malhumorados con el siglo, que designan un freudiano «malestar en la cultura» de la época, como tal vez lo refleje bien, entre otros, esa Historia trágica de la literatura de Walter Muschg”