En 1868 se abría la página más democrática del siglo XIX español, por lo que muchos ciudadanos vieron grandes esperanzas y aspiraciones de progreso para la sociedad al calor de los acontecimientos; por el contrario, para no pocos significaba el desorden y la ruptura de los valores tradicionales. Pamplona, como capital de Navarra, experimentó todo aquello; pero ¿qué acogida tuvo el proyecto liberal más avanzado?, ¿cómo sintieron sus vecinos los nuevos cambios?, ¿qué número de partidarios y detractores de la revolución existió entre la población? En este libro se responde a estos interrogantes analizando las estructuras económicas y sociales pamplonesas, el estudio de su dinámica política a través de sus principales partidos, de sus órganos de prensa y de las elecciones. Asimismo se traza el perfil de la clase política pamplonesa entre 1868 y el final de la última guerra carlista. Todo ello ha permitido comprobar que en esos turbulentos años los fieles al tradicionalismo de corte carlista eran hegemónicos, pero que los liberales y republicanos, aunque minoritarios, tenían gran influencia. Por ello la ciudad fue escenario de enfrentamientos muy duros entre los partidarios del liberalismo y del tradicionalismo. Estos últimos insistieron sobremanera en que la revolución, y en concreto la Constitución de 1869, ponían en peligro la religión católica, e instaron a sus seguidores a defenderla y a derribar el nuevo orden político inaugurado con la Septembrina. La vieja Iruña se convierte así en un laboratorio para estudiar las vicisitudes de aquellos turbulentos y apasionantes años.