Entre los años 728 y 843 se desarrolló en territorio bizantino un episodio crucial para el devenir de la imagen de culto en el mundo occidental. El conflicto que enfrentó a sus partidarios y detractores, conocido como "querella iconoclasta", no sólo respondió a motivaciones de orden teológico, sino también político, social y cultural.

El presente libro, articulado en tres partes -un ensayo sobre el problema de la imagen religiosa antes del comienzo de las persecuciones a los iconos por parte de los emperadores bizantinos (726); una parte central que considera la suerte de la imagen sagrada durante las persecuciones (726-843), y una tercera parte que trata sobre las artes religiosas bizantinas tras finalizar éstas (843)-, constituye no una síntesis sino, como indica su subtítulo, un auténtico dossier en el que se han reunido todas las piezas necesarias (de las monedas a los textos coetáneos, pasando por las propias obras, incluidas las manifestaciones de un arte iconoclasta prácticamente extinto) para comprender el significado de las imagenes en el mundo bizantino, cómo se utilizaban y cuál era el sentido del que eran portadoras.