En una empresa bien dirigida y gestionada, pocas adquisiciones se llevan a cabo sin un conocimiento pleno del valor del artículo. El coste se pondera frente al beneficio y riesgo y se comparan y contrastan diversas alternativas. Se llega a un compromiso económico razonable y se establece un plan para controlar el rendimiento de la inversión. No piense de forma demasiado distinta cuando el objeto de la inversión sean las personas. Aunque su personal es un activo único, puede (y debe) establecer parámetros económicos y financieros, tal y como lo hace con el resto de inversiones y gastos. Invertir en el Capital Humano se inicia con la comparación de cinco distintas estrategias que le permiten establecer unas líneas directrices, cada una de ellas aplicable en distintos escenarios y situaciones. Usted puede: · Dejar que inviertan los demás: En algunos casos, puede ser lógico que no se desarrollen programas importantes de formación y desarrollo de personal, y en su lugar se reclutan profesionales que ya tienen una formación previa, o se contratan trabajadores temporales, o se subcontratan las funciones necesarias. · Invertir lo mínimo: Si con menores inversiones en capital humano se puede poner el producto o servicio a disposición del cliente a un coste inferior, es posible que esta estrategia proporcione un beneficio a largo plazo a la empresa y sus empleados. · Invertir como los demás. Utilizar el benchmarking para emular los niveles de inversión de las organizaciones con "best practice" de su sector, así como para medir el ROI (Return Of Investment) (Rendimiento de la Inversión) · Invertir hasta que sea negativo: Gastar más de lo necesario, una estrategia arriesgada que, no obstante puede ser útil para aliviar problemas del corto plazo y para enviar mensajes a los empleados, competidores, y otros colectivos interesados. · Invertir siempre y cuando se produzca un beneficio.