El término frontera tiene muchos significados, como límite de separación de identidades distintas y como nexo de tangencialidad y convergencias culturales entre vecinos y próximos. Pero en el concepto de frontera no solo inciden realidades objetivas sino las sutiles construcciones del imaginario subjetivo que establecen sus propios criterios respecto al proceso de identificación. Las fronteras culturales han tenido una enorme trascendencia en la construcción de la identidad de la monarquía católica y española, fronteras externas de diferenciación con otras culturas, fronteras interiores dentro de la propia comunidad. En cualquier caso, siempre móviles, inestables, racionales e irracionales, que pueden actuar como muros de separación a la vez que como puentes de intercomunicación. El coloquio que nos planteamos desarrollar constituye la desembocadura final de una serie de proyectos de investigación. Aunque planteados cada uno de ellos con una temática específica, convergen en la inquietud común de analizar el ámbito poroso del cruce de identidades, los escenarios de la ambigüedad, multipolaridad, indefinición consciente o inconsciente en el marco de una sociedad como la española. Su característica más acusada fue la pluralidad, y no sólo por la triple y clásica identidad originaria (cristiana, musulmana y judía). Su plural y compleja identidad estuvo extraordinariamente condicionada su propia naturaleza católica, pero también profundamente inorgánica y resistente a todos los intentos de confesionalización organicista y homogeneizadora que a lo largo de una trayectoria histórica larga se han ido promoviendo.