En el año 1960, hace ahora 45 años, y debido a la gran inclinación que tengo y he tenido siempre por la historia, sobre todo por la historia de la Edad Media, y dentro de ella, de todas las órdenes militares y religiosas que existieron en el mundo, comencé a visitar la mayoría de los archivos históricos provinciales, bibliotecas y archivos diocesanos de España y de casi toda Europa. El archivo secreto y la biblioteca apostólica del Vaticano, fueron también para mí objetivos prioritarios.

Como en el cuento chino del labrador que le gustaba tener guardadas en su casa todas las semillas que existían en el mundo, llegó un día en que o bien me iba yo a la calle o bien tomaba la determinación de llevar los documentos a algún lugar donde ellos pudieran descansar sus recónditos secreto y yo pudiera tener más espacio para escribir. Y dicho y hecho; fueron todos primero empaquetados y después atados, y llevados a un pequeño bajo comercial donde quedaron durante muchos años dormidos, mudos, inútiles... Encontrar lo que se buscaba entre los más de siete paquetes, formados cada uno de ellos por aproximadamente quinientas fotocopias de documentos, dependía, sola y exclusivamente, de que el azar te fuese propicio.

Con la aparición del disco compacto y con las unidades que graban estos grandes discos, se hizo la luz en mí y la esperanza me invadió de nuevo. Comencé entonces un trabajo lento y cansado, pero a la vez, maravilloso. Clasificar, escanear y guardar por temas en una base de datos ha sido la labor que desde hace más de cuatro años he ido realizando sin descanso. Y esta agotadora faena ha obrado el milagro de que lo que antes se encontraba en un bajo comercial, lejos de mí y sin poder dar el fruto para el que fueron seleccionados, esté ahora, sin apenas ocupar espacio, en una de las estanterías de mi despacho, dándome la oportunidad de descubrir cualquier documento con sólo teclear una pequeña palabra que se refiera a lo que anhelo encontrar. ¡Milagros de nuestros tiempos!

En este momento, gracias a estos avances informáticos, estoy en disposición de poder acceder a todos los documentos que he ido coleccionando durante más de 45 años con sólo meter el disco en la disquetera y teclear después una nota de referencia. De ahí que ahora pueda atreverme con todo lo que esté relacionado con la historia, y por ende con cualquiera de las más de 400 órdenes militares y religiosas que existieron en el mundo, sin tener que desalentarme por el hecho de que la orden en cuestión haya pertenecido a la Alta, a la Plena o a la Baja Edad.

El tema que hoy damos a conocer: «Bulario de la Orden del Templo de Salomón. Traducido y Comentado», hubiera sido imposible sacarlo de la oscuridad y arrastrarlo hacia la luz sin la ayuda de esta casi cincuentona base de datos, ya que desde que la Orden del Templo de Salomón fue suprimida por decisión apostólica hasta nuestros días, y de esto hace ya siete siglos, no ha habido historiador, investigador ni autor, que haya dado a conocer, traducidas y comentadas, todas las bulas que fueron publicadas en favor o en contra de esta benemérita Orden. Un libro imprescindible, esclarecedor y riguroso, escrito con devoción y escrupulosidad que no puede faltar en ninguna biblioteca.