Considera el autor que existe de forma muy marcada en Cela una línea que desde su estructura caracterológica y sus rasgos de personalidad ensarta coherentemente todos los hitos de su historia personal y pública: desde el nacimiento de su condición de poeta, luego mutada en urdidor de relatos novelescos, ensayista o dramaturgo, hasta el personaje polémico y heterodoxo que forjó y sirvió de arma y de refugio a otro Cela, el Cela íntimo. En torno a esa línea –sinuosa–, trazado en la obra, cristaliza su pensamiento, esto es su visión de la naturaleza, su visión del hombre y del mundo, su idea de Dios. Este ensayo –personal, intenso, apasionado– tiene como finalidad despejar y esclarecer el pensamiento de Cela, pero también hacerlo desde la comprensión de su génesis, considerando que el pensamiento no es casual en el sujeto, ni siquiera plenamente deliberado, sino que tiene una función puesta, paradójicamente, al servicio de su propia causa, cual es el complejo mundo íntimo del sujeto, sujeto, allí donde laten a la par las frustraciones y las esperanzas, los complejos, los miedos y las obsesiones, los sueños, los recuerdos y los anhelos; una función, la del pensamiento, que el autor ha llamado con frecuencia terapéutica, Cela lo calificará de “purga de su corazón”.