Alfonso XIII (1886-1941) fue coronado rey el 17 de mayo de 1902, cuando cumplió su mayoría de edad. Desde el comienzo de su reinado hasta 1923, el rey compartió la soberanía con las Cortes, participando de hecho en los tres poderes, tal y como se establecía en la Constitución vigente de 1876. El día 15 de septiembre de 1923, unos día después del Golpe militar, Primo de Rivera suspende así todas las garantías constitucionales reconocidas en el artículo 17 de la Constitución. El rey firmó este decreto disolviendo las Cortes, rompiendo formalmente con la Constitución vigente, que había jurado cumplir. A partir de ese momento se le calificaba como "rey perjuro", quedando el perjurio constitucional como un estigma en la credibilidad del monarca, al que le imponía el artículo 45 de la Constitución de 1876, el juramento ante las Cortes, bajo la fórmula "Juro por Dios, sobre los Santos Evangelios, guardar la Constitución y las Leyes. Si así lo hiciere, Dios me lo premie y si no me lo demande".