Hay algunos libros en la historia de Occidente que, por su trascendencia y su significado, se han vuelto iconos de nuestra cultura; algunos, como La Divina Comedia, han impreso su marca en la concepción de los valores más profundos, otros, como Crimen y Castigo, nos han enseñado la forma de encarar la fatalidad y la moralidad; pero pocos, como El Quijote de la Mancha, han significado tanto en nuestra formación del ideal del hombre y la sociedad. Como gran obra, El Quijote ha sido manantial de una enorme cantidad de palabras; con mayor o menor fortuna, la obra cumbre de Cervantes -y según de muchos de la lengua española- sufre o se recrea con innúmeros estudios, el lector avezado se acerca a ellos no sin recelo y ciertamente, puede recibir muy gratas sorpresas. Sin duda, La Justicia de Quijote es una de esas gratísimas sorpresas que releen al Ingenioso Hidalgo, desde ópticas que lo humanizan, lo enfrentan a su inmortalidad y a su eternidad. Si para los occidentales el Quijote es el epónimo de lo justo, lo ideal y lo libre, enfocar la lectura desde el punto de vista jurídico y cultural, es penetrar una de sus raíces más profundas. Este texto, escrito para abogados y no abogados, busca un lector libre de prejuicios; confiamos en que lo encuentre.