En España, los jóvenes universitarios que tienen vocación de servicio debe enfrentarse a las oposiciones, un conjunto de pruebas selectivas puramente memorísticas o incluso, en una expresión que hizo fortuna, patológicamente memorísticas.

La Constitución exige que el acceso a los cuerpos superiores de funcionarios se ajuste a los principios de igualdad, mérito y capacidad. Pero eso no significa tener que consumir varios años memorizando un ingente volumen de información para poder recitarla después ante un tribunal.

Si queremos atraer el talento al sector público es preciso revisar los actuales procesos selectivos. La propuesta del autor es modernizarlos de una forma reflexiva para que respondan a los principios de igualdad y de eficacia. Igualdad para que todos los candidatos cuenten con las mismas oportunidades y eficacia para poder seleccionar siempre a los más idóneos para el puesto convocado.

Todo ello con el objetivo de que el sistema de acceso por oposición sea sostenible para los candidatos y no suponga costes excesivos y socialmente discriminatorios.