El 22 de enero de 1919 se firma en Kiev el Acta de Unificación ucraniana. Esta fecha, momento clave en la historia del país, supone la culminación del proyecto nacional construido de manera paralela en dos territorios separados, con diferentes protagonistas y distinto desarrollo histórico, pero un mismo fin.

En un marco geográfico complejo, con Europa oriental convertida en un hervidero de conflictos y cambios políticos, el duro camino hacia la independencia ejemplifica la lucha por la supervivencia de un pueblo rodeado por varios de los Imperios más poderosos de la historia moderna. Al nacionalismo se le suma el fenómeno bolchevique, que de manera imparable se expande por esta área barriendo cualquier atisbo de oposición.

En este difícil contexto, los líderes ucranianos tratarán de dar forma a un proyecto complicado, imposible quizás, pero que es un claro reflejo del carácter y orgullo de un pueblo maltratado por su historia, que sabe levantarse una vez más y alcanzar lo que apenas unos años antes parecía irrealizable.