El poeta y prosista Yves Bonnefoy (1923) se ha consagrado de plano a la poesía y la literatura #relato, ensayo, traducción# pero también a comentar el arte renacestista y barroco, así como el de Goya y varios de sus contemporáneos. Bonnefoy ha logrado fundir inusualmente sus ensayos de todo tipo con una inspiración verbal, poética, que rehúye la distinción entre géneros. Relatos en sueños son buen ejemplo de ello, dada la presencia en estas prosas de palabras reflexivas y al tiempo despojadas, surgidas de lo inmediato pero adensadas con abierta destreza, como sucede cuando habla de colores, paisajes y calles, de fases sueltas, de recuerdos borrosos, de su familia. Estos relatos en sueños son un modo de entrever aspectos del mundo, de trasmutar momentos de la vida #como las imágenes de un viaje y sobre todo de la infancia# o incluso del arte, que serán elementos muy personales deformados por una memoria a su vez cribada mediante su rigurosa experiencia con el lenguaje. Y es que ya la poesía, para Bonnefoy, es tanto la crítica del sueño como su forma más extrema; de hecho, continúa o rescata un ensueño pero al mismo tiempo trata de verificar su sentido, su consistencia interna, en una aspiración incancelable a la unidad.