Se trata de un estudio filológico e histórico de los términos latinos que incluyen algún sentido de poder, público o privado, y de las adherencias semánticas que la propia Historia, deformándolos, ha ido adecuando a distintas conveniencias.
La obra parte de un concepto genérico y global de poder expresado por la voz "manus", símbolo que se entiende como reflejo de la composición social y de las formas productivas en los orígenes de Roma. Desde ese punto de partida, este estudio comenta el proceso de especialización de términos -dominium, potestas, proprietas-, que fueron perfilando la idea de poder durante buena parte de la Historia de Roma, a la vez que valora las causas que los demandaban. En realidad, fue un proceso de abstracción de conceptos, con alta calidad de metáfora, que acabó por dar nombre a las nuevas situaciones de poder que se iban gestando, a cuenta de los cambios que se iban produciendo en la composición social, la producción y el orden político, en un ámbito cosmopolita de intercambio.
La obra incide en la especial idoneidad de la lengua latina para perfilar abstracciones a partir del lenguaje de la realidad social, lo que explica el alto componente latino de la terminología jurídico-política moderna, que intenta describir -con grandes dificultades, por cierto- las variables en materia de concepción y ejercicio de poder.
La teoría que se ofrece en estas páginas sobre la tensión mutua que necesariamente se produce entre los términos que incluyen poder aporta criterios útiles para su análisis en la realidad actual, puesto que en el fondo la terminología jurídico-política sigue siendo prácticamente la misma que la acuñada en Roma.