Cuando el 21 de julio de 1998 se publicó la esquela de la muerte en Tailandia de Francisco Paesa, muchos respiraron. Por fin desaparecía del mapa el espía que, entre otras cosas, había negociado la entrega de Luis Roldán al gobierno español con el famoso caso de los <> de por medio. Sin embargo, aquel muerto estaba muy vivo. El autor del libro le ha cazado en París, donde últimamente había establecido su cuartel general. La esquela no era más que la penúltima jugada del espía español más importante de las últimas décadas. No tenía licencia para matar como James Bond pero vivió con la opulencia del 007, bebiendo champán Dom Pérignon y acompañado siempre de hermosas mujeres. No era un personaje de ficción, pero se comportaba como los héroes de las novelas de John le Carré. Siempre con una causa judicial pendiente, siempre con la policía pisándole los talones, Paesa ha vivido al filo de la legalidad una existencia trepidante: estafador del presidente ecuatoguineano en 1968, traficante de armas internacional, vendedor de misiles a ETA -que culmina en la célebre Operación Sokoa-, mediador en el caso GAL intercediendo con una testigo protegida por Garzón, agente secreto del Ministerio del Interior en los años más oscuros del felipismo... Tras el éxito de "Lobo: un topo en las entrañas de ETA", nos encontramos ante el primer libro en solitario de uno de los periodistas de investigación más solventes y rigurosos de nuestro país. Un libro, que , además, incluye documentación inédita y exclusiva de máxima relevancia. Después de muchos años pisándole los talones, Manuel Cerdán ha atrapado a Paesa, el espía camaleónico que se escurría como una anguila. La fascinante historia de una vida que, aunque lo parezca, no es una novela.