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Los caminos de una isla que se llama Gran Canaria

Los caminos de una isla que se llama Gran Canaria

  • ISBN: 9788494866869
  • Editorial: Mercurio Editorial
  • Lugar de la edición: Madrid. España
  • Encuadernación: Rústica
  • Medidas: 23 cm
  • Nº Pág.: 683
  • Idiomas: Español

Papel: Rústica
20,80 €
Sin Stock. Disponible en 7/10 días.

Resumen

Algunos aún recordamos con cierta nostalgia la irrupción de las campañas políticas durante las primeras elecciones parlamentarias o locales de la transición democrática española. Toda una novedad, con proliferación de cartelería que, literalmente, empapeló nuestras ciudades y, lo que fue más novedoso aún, con las cartas personalizadas de los candidatos en las que nos explicaban los respectivos programas de gobierno. Comunicación política en estado puro, aderezada con mítines multitudinarios en los que los candidatos lanzaban soflamas, levantando pasiones en algunos bandos, o asustando a los ciudadanos en otros.
También recordamos cómo, después de las elecciones, los candidatos prácticamente desaparecían, quedando hueco de relevancia social únicamente para aquellos que accedían al cargo público al que optaban. Aun así, a estos solo los leíamos en la prensa escrita, vía entrevista, o en programas de radio o televisión, casi desaparecidos bajo la escasa difusión que podía ofrecer una única cadena. Poca explicación podía darse sobre el desarrollo del programa prometido, lo que aletargaba la opinión pública hasta nuevas elecciones, si no lo remediaba una agresiva huelga general o sectorial.
Quizá esa agresividad en las calles era la expresión de la impotencia que debía sentir una sociedad que no recibía nuevas y detalladas explicaciones de lo que estaba ocurriendo y cuyas posibilidades de reclamación eran las del lentísimo e inseguro procedimiento administrativo reglamentario. Ya no se enviaban misivas y, sobre todo, no había diálogo social, por lo que la comunicación quedaba interrumpida.
Han bastado unos pocos decenios para que la situación, en lo que a comunicación política se refiere, se haya transformado completamente. Sin lugar a dudas, el cambio lo ha provocado una combinación de factores como el desarrollo de una sociedad más formada y democráticamente madura, la proliferación de medios, sobre todo audiovisuales, y la irrupción de las tecnologías de la información y la comunicación.
La sociedad se ha acostumbrado y ya demanda información sobre el parecer de sus responsables políticos con cierta inmediatez. En la actualidad, el mensaje político es emitido de manera frecuente, cuidada y prolija. Hay recepción y pleno entendimiento del mismo y existe la posibilidad de interactuar con él. La comunicación se ha convertido en diálogo con la sociedad, pero un diálogo inclusivo del que todos aprendemos. Estamos ante la comunicación política del siglo XXI, pero no todos la practican.
La digitalización de los medios y las redes sociales permiten que recibamos una noticia, ya acompañada de comentarios, a los pocos segundos de producirse. Nos hemos acostumbrado a la aportación diaria de Donald Trump, quien dice cosas que en los tiempos que rememorábamos en los párrafos precedentes obligarían a su cese con escarnio público. Llamar delincuentes y narcotraficantes a los emigrantes procedentes de un país vecino, para justificar la construcción de un muro que les separe, tiene necesariamente que pasar a los anales de la antidiplomacia, pero, paradójicamente, no causa ni tan siquiera la ruptura de relaciones.
Ocurre que el sistema ha ganado en resiliencia porque contraataca con millones de comentarios jocosos por la red, lo que no quita seriedad al tema, ni acaba con el problema, pero causa distensión: la inmediatez de la comunicación política y de la contracomunicación social ha convertido en poco creíble al presidente de la nación más poderosa del planeta. Como si la irresponsabilidad de su comunicación política estuviera siendo amortiguada por la posibilidad que tenemos de contrarrestarla por las mismas vías y de poseer, por tanto, las mismas capacidades.
Dejando a un lado al bueno y simple de Trump, estos nuevos instrumentos de comunicación han revolucionado la vida política porque han permitido otra forma de comunicación de los asuntos públicos más elaborada y con soporte intelectual en la que nuestro responsable público vierte, debidamente documentado y por escrito, sus reflexiones sobre problemáticas de actualidad o se extiende en la explicación de sus acciones programáticas. Se comparte en forma de ensayo el pensamiento político con la esperada asiduidad y esto reconforta a los ciudadanos.
La escritura en pocos caracteres vía redes sociales es, en este caso, solo útil para fragmentar en píldoras este pensamiento y hacerlo más efectivo, mientras que su reposición in extenso en medios de fácil y permanente acceso como un blog (www.antoniomorales-blog.com), o en la hemeroteca digital, hace que esta opinión no pase inadvertida. Hoy en día, cada vez que un responsable público se expresa de esta manera queda totalmente expuesto. Bienvenida la comunicación política comprometida como la que nos presenta en este recopilatorio nuestro presidente Antonio Morales Méndez.
Por otra parte, la clave social del presente y futuro de la humanidad es la sostenibilidad, por la cual medimos la viabilidad de las decisiones que tomemos en la actualidad en unidades de menor afectación del destino de las futuras generaciones. No hay mejor manera de ejecutar planes sostenibles que promover acciones acompañadas de comunicación, porque acercan la decisión a los afectados y abren una puerta al debate, convirtiéndolas en compromiso y sostenibilidad.
En este sentido, la Organización para la Naciones Unidas (ONU) ha condensado en 17 ejes los objetivos que es necesario alcanzar antes de 2030 para asegurar el desarrollo sostenible (http://www.undp.org/content/undp/es/home/sustainable-development-goals.html): fin de la pobreza y hambre cero, incremento de la salud y el bienestar, educación de calidad, igualdad de género, agua limpia y saneamiento, energía asequible y no contaminante, trabajo decente y crecimiento económico, industria, innovación e infraestructura, reducción de las desigualdades, ciudades y comunidades sostenibles, producción y consumo responsables, acción por el clima, vida submarina, vida de ecosistemas terrestres, paz, justicia e instituciones sólidas y alianzas para lograr los objetivos.
Como se observa en este recopilatorio, nuestro autor se compromete con frecuencia con uno o varios de estos grandes objetivos de la humanidad y comparte sus reflexiones contrastadas con respecto a ellos. Basta con echar un vistazo a este libro para identificar, en cada texto y en su conjunto, un objetivo u objetivos de desarrollo sostenible subyacentes. Los escritos aquí recopilados pertenecen a un plan político preestablecido, sólido y, por lo anteriormente expuesto, de tremenda actualidad en la agenda política mundial.
Este centenar de contribuciones no formulan una mera opinión, se proyectan como criterios porque se fundamentan en datos que han sido debidamente seleccionados y cribados. Coincidiremos o no con sus planteamientos, pero no podremos sustraernos a la confianza que estas contribuciones generan, a la vez que comprobamos que sus profundos argumentos aumentan el liderazgo de Antonio Morales Méndez y nos presentan un sólido ejemplo de pensamiento político.

Prólogo de Federico Aguilera Klink.

Resumen

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