Este libro es la historia de un enfrentamiento: el de dos principios de legirimidad política. ¿De dónde proviene el derecho de gobernar al pueblo: de la herencia o de la representación?. En un Ayuntamiento dominado secularmente por los supuestos descendientes de los caballeros conquistadores de Sevilla, que ocupan sus cargos por su sangre y su dinero, desde 1766 se incrustan unos representantes del común de los vecinos aupados, es verdad, por la graciosa voluntad de un rey absoluto y el consejo de unos ministros reformadores (alarmados por los motines populares). Estos diputados y personeros del común van a ser, en último término, como una cuña que va a acelerar la descomposición del Ayuntamiento del Antiguo Régimen. La colaboración necesaria entre regidores hereditaros y comuneros electivos no puede esconder la lucha, abierta o soterrada, entre ambos principios por el poder municipal. El siglo XVIII sevillano es poco conocido, pero fascinante al ser escenario de la pugna entre modernidad y tradición, entre la inercia del Antiguo Régimen y los comienzos del Nuevo. Este estudio pretende acercar al público una faceta de esta pugna, la de la política desde el punto de vista del Ayuntamiento. Más concretamente, ¿qué fue la reforma municipal de Carlos III, quiénes fueron sus beneficiarios directos y de qué se ocuparon en sus nuevos cargos? A estas preguntas pretende responder esta obra.