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La rendición de Breda

La rendición de Breda
(Revista Desperta Ferro. Moderna, Nº 76, año 2025)

  • ISBN: 101126698
  • Editorial: Desperta Ferro Ediciones
  • Lugar de la edición: Madrid. España
  • Encuadernación: Rústica
  • Medidas: 28 cm
  • Nº Pág.: 65
  • Idiomas: Español

Papel: Rústica
7,50 €
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Resumen

Verano de 1624, el Ejército de Flandes, dirigido por el célebre Ambrosio Spínola, conquistador de Ostende en 1604, inicia su avance sobre Breda. Propiedad personal de la casa de Orange y joya de las Provincias Unidas, la ciudad brabanzona es una de las plazas fuertes más inexpugnables de Europa, fortificada a conciencia tras su toma por los holandeses en 1590. Spínola, que en 1622 fracasó ante Bergen op Zoom, sabe que su reputación y la de su rey, Felipe IV, están en juego. Las armas españolas en Flandes se enfrentan a uno de sus mayores desafíos: rendir una fortaleza bien defendida, en cuyo auxilio el príncipe y estatúder Mauricio de Nassau no escatimará medios, al tiempo que debe sustentar con alimentos, municiones y dinero a los más de veinte mil hombres que cercan una plaza alejada de las líneas españolas. En Londres y París, los enemigos de la monarquía católica aprestan entre tanto tropas para auxiliar a las Provincias Unidas. Este año se cumple el 400 aniversario de la rendición de Breda, uno de los mayores y más de importantes asedios de la Guerra de Flandes, de huella indeleble en la cultura merced a los pinceles de Velázquez y la pluma de Calderón de la Barca.

El final de la Tregua de los Doce Años por Luc Duerloo – Universiteit Antwerpen
La negociación diplomática para la renovación de la tregua firmada en 1609 entre la Monarquía Hispánica y las Provincias Unidas osciló entre el fiasco y la farsa. Una multitud enfurecida se congregó para recibir al enviado católico, Petrus Peckius, cuando entró en Róterdam en marzo de 1621. En Delft, la gente arrojó piedras y excrementos a su carruaje. Después de escuchar su propuesta, los Estados Generales deliberaron solo dos días antes de despedirlo con un rechazo rotundo. Durante su audiencia de despedida con el estatúder, el príncipe Mauricio, este agració a Peckius con un sermón cargado de ironía. El resultado de la misión fue claro: a la Tregua de los Doce Años no resultaría en un tratado de paz, ni tampoco sería renovada. Una vez que expirara el 9 de abril, la guerra abierta se reanudaría.

El asedio de la ciudad. Camino hacia el Sol de Breda por Alberto Raúl Esteban Ribas
Según el cronista Hugo, la razón principal para conquistar Breda era que la ciudad constituía el punto de partida de expediciones que se adentraban en Brabante y que desde la ciudad se podía controlar la navegación por las vías fluviales colindantes de Holanda y Zelanda, y su dominio podía ser el primer paso para una ofensiva contra ciudades como Bergen op Zoom. Además, la campiña circundante, con suelo arenoso, abundante agua y bosques, era propicia a un asedio. Spínola salió de Bruselas el 21 de julio de 1624 con la intención puesta en la captura de Breda, pero sin anunciar su objetivo para evitar que la plaza fuera reforzada.

Dentro de Breda. Defensa y día a día de una plaza sitiada por Bouko de Groot
Las historias de los asedios modernos suelen hablar largo y tendido de los ejércitos, las maniobras y las batallas, pero la presa de los mismos nunca era un espectador pasivo. A pesar de su excelente preparación, su cuidadosa gestión de los recursos y su elevada moral, la población de Breda, aislada del mundo exterior, hacia el final del asedio sencillamente carecía de recursos para seguir resistiendo. ¿Qué pasó dentro de la ciudad durante aquellos nueve meses? ¿Cómo se preparó, cómo se adaptó su economía, cómo se defendió y cómo se las arregló su población?

La épica silenciosa. La logística del asedio por Antonio José Rodríguez Hernández – UNED
Numerosos príncipes y señores, incluso desde tierras lejanas, acudieron fascinados para contemplar el dispositivo del asedio de Breda, una obra colosal cuya magnitud se plasmaba en las impresionantes líneas de circunvalación; obras que se llegaron a comparar –exageradamente– con las Siete Maravillas del mundo antiguo. Más allá de la grandiosidad y la épica –no forjada en batallas, sino en las dimensiones colosales del cerco–, emergen las vivencias cotidianas de los soldados, marcadas por la crudeza de vivir sobre el terreno y la magnitud de sus necesidades a lo largo de tantos meses, que nos revela un asedio que se puede contemplar desde prismas muy diferentes.

Los intentos de romper el cerco por Àlex Claramunt Soto
Mientras el ejército de Spínola asediaba Breda, su rival, Mauricio de Nassau, trató por diversos medios de obligarlo a levantar el sitio. Para cuando el ejército de las Provincias Unidas llegó a las inmediaciones de la ciudad el 30 de septiembre, las tropas hispánicas estaban bien atrincheradas. Descartado un asalto directo sobre las líneas de asedio, Nassau recurrió a ataques a las líneas de suministros que abastecían al nutrido campo español, a la inundación del terreno al norte de Breda para introducir auxilio en la plaza por medio de barcas, e incluso a arriesgados ataques por sorpresa en la retaguardia católica.

La rendición de Breda y su impacto mediático por Bernardo José García García – UCM
El largo asedio y la rendición de la villa de Breda fueron unos de los episodios más ampliamente tratados por la prensa de la época. Se publicaron cientos de corantos, relaciones y gacetas, mapas, estampas, lienzos, medallas y obras de teatro. Su impacto mediático fue semejante a la extensa repercusión que tuvo la conquista neerlandesa y la recuperación hispano-lusa de Salvador de Bahía, en Brasil. En el caso de Breda, llegaron a combinarse varios ejércitos, pero, al final, la estrategia defensiva de bloqueo y hostigamiento diseñada por Spínola supo rendir una plaza fuertemente guarnicionada considerada inexpugnable. Su victoria fue posible gracias al constante apoyo de la infanta Isabel Clara Eugenia.

El intervalo de Breda (1625-1637). Su toma como moratoria estratégica por Alicia Esteban Estríngana – UAH
El tiempo transcurrido entre la recuperación de Breda (1625) y su pérdida (1637) –dos años después de la declaración de guerra de Francia (1635)–, resultó decisivo en el devenir de la segunda fase de la Guerra de Flandes (1621-1648). Se ha afirmado que el costoso asedio de Breda (1624-1625) obligó a definir una nueva estrategia bélica contra las Provincias Unidas porque agotó las finanzas de Felipe IV y le resolvió a poner en práctica una modalidad de combate defensivo en tierra, pero es más acertado interpretarlo como una moratoria estratégica, pues fue el frustrado asedio de Bergen op Zoom (1622) el que impulsó el nuevo “modo de hacer la guerra a los rebeldes” promovido por Olivares y su núcleo duro de colaboradores.

Directores Alberto Pérez Rubio, Carlos de la Rocha, Javier Gómez Valero.

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