Los nuevos medios y formas de comunicación desarrollados al amparo de las recientes tecnologías parecen aconsejar una revisión de normas y principios clásicos del Derecho. La tecnología incide sobre buena parte del Ordenamiento, lo que exigiría una reflexión previa sobre el alcance y el orden sistemático de las reformas necesarias (o de las nuevas perspectivas aconsejables). La revisión legal que hasta ahora se ha realizado se encontraba motivada en buena medida por la incertidumbre derivada de la coordinación de esas tecnologías con los conceptos y las instituciones tradicionales del Derecho, concebidos y aplicados inicialmente en circunstancias técnicas muy distintas de las actuales. Se trataba, por tanto, de crear confianza (y con ello seguridad) en el nuevo y desconocido entorno tecnológico, recurriendo a unos principios (del comercio electrónico) que guiaran la actividad legislativa. Esa necesidad de examen de viejas nociones resultaba más urgente en determinados ámbitos, como el de la distribución comer- cial, en el que el recurso a las nuevas tecnologías era ya una realidad implantada por los empresarios y asumida por los consumidores. Sin embargo, las reformas emprendidas no han sido armónicas, en parte porque faltaba esa reflexión sobre el fenómeno electrónico, en parte por la complejidad de las materias sobre las que se ha proyectado (el comercio electrónico, en el que conviven normas jurídi-co-privadas con otras de naturaleza jurídico-pública o de ordenación, condicionadas todas ellas por la presencia del consumidor). En este trabajo se ofrecen algunas reflexiones con el ánimo de contribuir a conformar los criterios que permitan al Ordenamiento asumir correctamente el escenario tecnológico actual. Sobre la base del análisis del régimen legal del momento de la perfección del contrato (que ha sufrido esa reforma recientemente) se proponen criterios de interpretación y, sobre todo, de conceptuadón, acerca del fenómeno electrónico y de las formas de su plasma