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La expedición a la Cochinchina

La expedición a la Cochinchina
(Revista Desperta Ferro. Moderna, Nº 65, año 2023)

  • ISBN: 101101254
  • Editorial: Desperta Ferro Ediciones
  • Lugar de la edición: Madrid. España
  • Encuadernación: Rústica
  • Medidas: 28 cm
  • Nº Pág.: 65
  • Idiomas: Español

Papel: Rústica
7,50 €
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Resumen

En 1858, la Francia de Napoleón III, animada por la fácil victoria de la alianza franco-británica sobre China en la fase inicial de la Segunda Guerra del Opio, emprendió la conquista de Anam. Regido por el emperador Tu Duc, dicho Estado –actual Vietnam–, se negaba a comerciar con el exterior y perseguía sin remisión a los cristianos. La ejecución de varios misioneros dio a Francia la excusa perfecta para afirmar su presencia en el sudeste asiático, donde ya el Reino Unido, los Países Bajos y España contaban con territorios. Precisamente, varios de los frailes martirizados por órdenes de Tu Duc eran españoles, y fue desde Manila donde las noticias de la persecución llegaron a París y a Madrid. El gobierno de Leopoldo O’Donnell, deseoso de que España fuese reconocida como gran potencia, se dejó convencer por Francia para sumarse, sin una perspectiva estratégica clara, a la campaña francesa contra Anam. Principió así una ardua empresa en la que los expedicionarios se adentraron en una región de la que poco conocían, surcada por un sinfín de ríos, con selvas frondosas e inmensas extensiones de pantanos y arrozales. La inicial campaña sobre Hué, la capital imperial anamita, fracasó al no lograr los franco-españoles adentrarse en el país desde la bahía de Turón, lo que llevó al jefe del contingente, el francés Rigault de Genouilly, a desviar la atención sobre Saigón, en la provincia meridional de Cochinchina. Allí se concentraron los esfuerzos franceses y donde las tropas españolas, compuestas por aguerridos y resistentes soldados tagalos, demostraron su pericia en la lucha contra las tropas de Tu Duc, en tanto que el gobierno de Madrid, carente de una política clara, y con la abierta oposición del capitán general de Filipinas a la campaña, supeditó su política a la de Francia. A pesar de su magro balance, la expedición franco-española a Cochinchina de 1858 constituye uno de los episodios más sugestivos de la historia de las campañas militares españolas de la época.

Vietnam. El camino hacia la colonización por Ku Boon Dar (Universiti Sains Malaysia)
La colonización francesa de Vietnam a finales del siglo XIX constituye un momento crucial en la historia del país. Lo que comenzó como una misión para preservar y promover el cristianismo se transformó rápidamente en una empresa expansionista impulsada por ambiciones geopolíticas. Este artículo indaga en los acontecimientos históricos que se produjeron durante este periodo y arroja luz sobre la llegada de los franceses a Vietnam, la persecución de los cristianos, la conquista de Cochinchina y la rebelión de Tonkín. Al examinar estos episodios fundamentales comprendemos las intrincadas relaciones entre Francia, Vietnam y China, así como los factores que dieron forma a la historia colonial del sudeste asiático.

El inicio de la expedición a Cochinchina. El desembarco en Turón y la toma de Saigón por Julio Albi de la Cuesta
En la noche del 20 al 21 de agosto de 1858, el buque francés Dordogne, recién salido de Manila, luchaba contra una mar arbolada en su viaje a las costas de Anam. En cubierta se apelotonaban centenares de hombres, zarandeados por las olas, transitados de frío. Los blusones de guingón azul, ahora ennegrecidos por la incesante lluvia, y los grandes salacots blancos, les identificaban como miembros de la peculiar institución que era el ejército de España en Filipinas. No muy lejos estaban sus mandos, al abrigo de los elementos. Ellos sí sabían dónde iban, pero seguramente no tendrían muy claros los motivos de la agitada singladura. Por desgracia, algo similar le sucedía al gobierno de Isabel II.

Los martirios de dominicos en las misiones de Tonkín por Jorge Mojarro Romero (Universidad de Santo Tomás de Manila)
En la invasión franco-española del sur de Vietnam tuvieron un papel esencial los frailes españoles que se enviaban desde Manila, que vieron en la intervención bélica un modo de acabar con las persecuciones que estaban sufriendo. La Orden de Predicadores organizó sus actividades misionales en el sudeste asiático desde finales del siglo XVI a través de la creación de la provincia del Santísimo Rosario, con sede en Manila. Aunque los dominicos centraban sus actividades en la isla de Luzón, desde la capital de Filipinas surgieron iniciativas para abrir misiones en Japón, Formosa, el sur de China y el territorio que conforma la zona norte del moderno Vietnam: Tonkín. Desde la segunda mitad del siglo XVIII, la animosidad de los líderes locales contra los cristianos estuvo motivada principalmente por las luchas de poder internas.

La empresa se estanca. La evacuación de Turón y la retirada española por Julio Albi de la Cuesta
Las conquistas de Turón y de Saigón no bastaron para sentar al emperador Tu Duc a la mesa de negociaciones. Es más, el 22 de marzo se evacuó la primera posición ante su difícil defensa. El almirante francés Page aprovechó para despachar a Manila el grueso del contingente español, pese a lo cual su Gobierno solicitó a sus aliados, poco después, un incremento de las tropas destinadas Saigón. Cuando tanto Madrid como la capital filipina habían experimentado el desprecio francés, un verdadero insulto, poner sobre el tapete una escalada de la presencia española en Anam, con el consiguiente incremento de tropas, simplemente no tenía ningún sentido. Aún así, el pequeño contingente destacado en Saigón desempeñó un papel clave en los ulteriores combates.

Las fuerzas expedicionarias españolas por Luis Eugenio Togores Sánchez (Universidad CEU San Pablo)
A mediados del siglo XIX (1855) las Filipinas contaban con una guarnición de 10 723 hombres, incluidos los 400 de “seguridad pública” sacados de las fuerzas de infantería. De estos, solo los jefes, oficiales y sargentos, algunos cabos y 200 artilleros eran europeos. Al comienzo de la expedición a Anam se envió inicialmente un contingente de mil quinientos hombres –casi el 15 % de la guarnición de Filipinas–. Dicha fuerza sufrió una carencia endémica de efectivos, si bien las tropas españolas tuvieron un papel muy destacado en los combates. Los tagalos eran soldados de probado valor, aclimatados al país y con oficiales y suboficiales con mucha experiencia en escenarios tropicales gracias a las campañas contra los moros de Mindanao y Joló y contra los igorrotes y los bandidos tulisanes.

La batalla de Ki Hoa y la conquista de Cochinchina por Julio Albi de la Cuesta
La concentración de fuerzas en Saigón tras el abandono de Turón no mejoró la situación de los expedicionarios. La solución llegó de China tras la victoria anglo-francesa sobre el Celeste Imperio al término de la Segunda Guerra del Opio, que permitió el envío a Cochinchina de un nutrido contingente francés. De ahí la ambiciosa operación que montó el almirante Charner los días 24 y 25 de febrero contra la línea fortificada anamita en torno a Saigón, de 12 km de longitud, guarnecida por 22 000 hombres. La ulterior batalla de Ki Hoa fue una victoria decisiva para los aliados y propició las operaciones subsiguientes, que llevaron, el 28 del mismo mes, a la captura de Tong Keou, y de My Tho, la segunda ciudad de Cochinchina, entre fines de marzo y principios de abril.

Entre dos potencias. La caída del Imperio anamita por Ku Boon Dar (Universiti Sains Malaysia)
El acuerdo de paz entre los aliados franco-españoles y el Imperio de Anam en 1862 no supuso el fin de las disputas entre Francia, que pudo asentar con ello su colonia en la Cochinchina, y el Imperio de Anam. Un nuevo tratado, en 1874, no logró satisfacer a ambas partes, sino que desencadenó una serie de acontecimientos que resultaron en la colonización francesa de todo Vietnam. La reclamación de Francia sobre Cochinchina había ocasionado inestabilidad, lo que llevó al país a tomar medidas para afirmar su control. En respuesta, China intentó prevenir su expansión por medios políticos, militares y diplomáticos. Sin embargo, Francia se mostró decidida, lo que condujo a la eventual conquista de toda la región.

Directores Alberto Pérez Rubio, Carlos de la Rocha, Javier Gómez Valero.

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