Este libro cubre una época determinada de la historia, la cual no empieza en el mundo clásico, es decir Grecia o Roma. Sin embargo, los europeos nos consi­deramos sus herederos directos, olvidando y desconociendo la importancia de otras culturas y otros pueblos. No obstante, el autor reconoce que efectivamen­te somos en parte deudores del mundo grecolatino. Sin duda, Grecia y Roma han sido uno de los pilares a través del cual emergió la civilización occidental. El otro pilar el cristianismo, muy devaluado hoy en día por la secularización de la sociedad, y donde los principios políticos del mismo, entre los que destaca el dualismo, son la base de las relaciones Iglesia-Estado de hoy en día.

Muchos Estados europeos actuales son fruto del asentamiento de los llamados pueblos bárbaros, pueblos que rompieron con la idea de un Estado imperial.

Por todo ello, se ha elegido un período de la historia, considerando el año 476 como comienzo de la Edad Media y terminado con la Paz de Westfalia, donde tras la Guerra de los Treinta Años, Europa cambió totalmente, estableciéndose unos principios que en gran parte todavía están vigentes.