No resulta difícil explicar el origen de este libro conociendo a la persona de su autor. Hace cerca de veinte años, cuando un juez recién llegado a su primer destino se le abren todas las interrogantes e incertidumbres de la praxis judicial, cuando ha de enfrentarse a la realidad de procedimientos y situaciones verdaderamente complejas, cuando se toma conciencia de la extraordinaria dificultad de la función jurisdiccional, es el momento en que se descubre la dimensión de la Justicia, entendida ésta como valor que ha de impregnar todas las resoluciones de los conflictos que ha de resolver, pero a la vez, es el momento de conocer a las personas que con su quehacer diario coadyuvan a que esas decisiones se ajusten al Derecho y que gracias a su conocimiento, experiencia y pericia, se contribuya a materializar aquella Justicia que ha de presidir cuantas decisiones se toman en la soledad del despacho de un Juzgado o Tribunal y ese fue el caso del autor de esta obra Don Aurelio Gurrea Chalé. Y si ínsitamente los procedimientos son siempre complicados, mucho más cuando inciden en materias ajenas a las propias del Derecho, como son las económicas, contables y auditoras, las que tienen su culminación en los procesos concursales, en las que de forma tradicional los jueces y magistrados multiplicaban sus esfuerzos para comprender las relaciones que conlleva una crisis de una compañía o sociedad, en el que el verdadero protagonismo lo alcanzaban los órganos concursales, hasta el punto que el Código de Comercio de 1829, llamaba a una de ellas juez- comisario, por lo que ya desde ésa época el legislador se hacía eco que las personas llamadas a colaborar en la culminación de los concursos, deberían poseer además de unos conocimientos precisos, una probidad añadida digna de un Estado de Derecho. No cabe duda que el Derecho Concursal, era una rama jurídica marginal y hasta su acepción de concursal era propia de un adjetivo, pero desde la promulgación de la Ley Orgánica Concursal y su