Joaquín Costa fue un personaje lleno de fuerza que luchó por sus ideas con enorme tenacidad típicamente aragonesa. Su idea de la «política hidráulica» dejó escuela y muchas transformaciones agrarias posteriores llevan su impronta.

Pudo haber sido ingeniero agrónomo, pero no lo fue y mantuvo algunas diferencias con ilustres agrónomos de la época que tienen gran interés y que aquí se exponen. Fue aquélla una era difícil donde la nueva agricultura de Estados Unidos, Rusia, Francia e Inglaterra, con grandes máquinas y dosis de abonado, bajos costes laborales y arrendamientos nulos o muy reducidos, y la gran transformación del transporte marítimo (de los viejos clippers a los barcos de vapor) y sus bajísimos costes, hacían que fuera más económico llevar una tonelada métrica de trigo de Ucrania a Barcelona que de Barbastro a igual ciudad por nuestros viejos caminos de rodadura. Entonces se dio la primera revolución industrial y agraria que transformará la España finisecular. Y que en lo agrario, con las nuevas técnicas y la ciencia agronómica, dará origen a una nueva agricultura.

Su pensamiento agrarista e hidráulico animó múltiples obras públicas y muchas transformaciones agrarias del XIXy el XX. No fue un fracasado, sus ideas y su obra fueron origen y causa de esos más de tres millones de hectáreas regadas, hoy vivas entre nosotros. Y su pensamiento está en la base de los principios de unidad de gestión y unidad de cuenca que animaron, y deben animar aún hoy, las cuencas hidrográficas.

La obra expone con amplitud y admiración la vida y obra de Joaquín Costa y su constante defensa agraria e hidráulicas, que nace de su dura vida entre las tierras secas de Aragón que le vieron nacer. Jurista, polígrafo, polemista, agrarista profundo, ensayista, conferenciante, miembro del Ateneo de Madrid, Académico de la Real de Ciencias Morales y Políticas... y gran patriota, a quien le dolió España.