Este libro va de valores, porque nos guste o no, nuestro contexto hoy es el capitalista. Ya fuere como capitalismo popular o capitalismo de hierro, es el único que hoy puebla nuestra cotidianidad y alimenta nuestras ilusiones. El único imaginario social que es prácticamente compartido por todos, tanto por la izquierda como por el conservadurismo de la derecha, ahora es el capitalista. Ya no <> -parafraseando a Ortega- que el imaginario mercantil. Por eso, con este trabajo los autores se proponen sobre-avisar al lector de los riesgos de depuración de los valores personales que conlleva esta idealización casi monoteísta de lo mercantil. Frente a este cielo errático, qué absuelve las múltiples acumulaciones del modo de ser y pensar occidental-capitalista, que fabrica la inteligencia de nuestras instituciones y que se fortifica a través de leyes, códigos y reglamentos, estos autores proponen una visión del derecho distinta, de perfiles menos acendrados en formas y lejanías, más propicio a la necesidad humana de mantener una tensión constante entre la ética de la ley y la ética del bien común, entre la urgencia de las instituciones y el empuje histórico de los valores, entre la discontinuidad del derecho y la continuidad del valor, que dijera Bergson. Quiere decirse que frente a fondo quebrado y atardecido de las democracias occidentales, con estructuras demo-capitalistas sin oxígeno, armadas de no pocas patologías y en la más espantosa ceguera, sólo otras estructuras devolverán la salud a esta democracia febril y derrostrada. Ya es hora de dar entrada a otras iniciativas, a otras formas ético- políticas y/o jurídicas como respuesta de las instituciones a las necesidades que debelan cada elección o conflicto. En fin, es el momento de imaginar nuevas estructuras, más resistentes y consolidadas, que no hagan ilusoria la idea crucial del bien común y no trastornen los cimientos de la participación del ser humano en la vida