La sociedad contemporánea está en crisis. Por todas partes hay jóvenes que esquivan pensamientos complejos, o ceptan el drama de rebelarse inútilmente, o buscan atajos malsanos. El aire se enrarece. Se han desestructurado las "formas" del vivir civil. Es la herencia del Novecientos. El derecho, ya no más garantía de orden, es vivido frecuentemente como instrumento de poder y de ganacia. Vuelve en muchos ambientes la irrelevancia de la voluntad, porque la voluntad está vinculada por el status familiar. La pertenencia al grupo determiando puede decidir sobre la vida individual.

Se corre el riesgo de volver al medio milenio que sigue el final del Imperio romano, y de revivir los siglos VI-XI.

El libro abre una rayo de luz. Detiene la mirada sobre las categorías jurídicas nítidamente modeladas en el siglo XII (fueron "dogmas", entonces), por el coraje de quien sabe oponerse al dominante "sistema feudal y señorial". Entre muchos, los juristas y el derecho tuvieron parte decisiva. Durante siglos fue una partida vencedora.

Hoy se plantea una preguntas: ¿sirven las categorías jurídicas, remodeladas de época en época, para liberar al hombre de obligaciones involuntarias o casuales o arbitrarias y para formar un orden social compartio? ¿sirven para dar una estructuras constante a la popularidad de la leyes y para poner un límite a los arbitrios del poder?