La democracia constitucional es el sistema político en el que los ciudadanos participan libremente en el proceso de atribución del poder político, eligiendo a sus representantes.
Consecutivamente los sistemas electorales son parte fundamental de los estados democráticos, ya que aplican el principio democrático en la práctica, en el sentido de que permiten la participación política de los ciudadanos y transforman sus votos en escaños. Considerando la centralidad de las elecciones, cualquier reforma de la ley electoral sólo puede ser abordada desde un alto consenso entre todas las fuerzas políticas y dentro del marco constitucional establecido. A pesar de la dificultad de consensuar una reforma electoral, la revisión permanente del funcionamiento del proceso electoral contribuye a incrementar la calidad democrática del sistema y facilita el ejercicio del derecho de voto. Precisamente por la importancia del proceso electoral, su análisis, que tiene en Montesquieu y Sieyès sus primeros teóricos, asume un rol trascendental en el debate académico y es uno de los temas más estudiados en diferentes disciplinas.