Desde hace ya unos años, un torbellino de cambios tecnológicos en la generación, distribución y consumo de información hace entrar en crisis el modelo de negocio tradicional del periodismo, que se cuestiona su sentido e incluso su sostenibilidad como profesión.

Sin embargo, las sociedades democráticas modernas necesitan que se recomponga y recupere posiciones de vanguardia para la restauración de un demos debilitado que inunda muchas de esas sociedades. En el escenario de la sobreabundancia informativa urge que el periodismo revitalice su función social de servicio cualificado y profesional a la racionalidad pública.

Para lograr este objetivo, el periodismo necesita vivir su Renacimiento. Lo hará redescubriendo los cánones clásicos de esta profesión y fortaleciéndolos con las herramientas digitales y las inmensas posibilidades comunicativas de una sociedad hiperconectada. Esos cánones clásicos del periodismo han sido y siguen siendo la verdad, la independencia, la objetividad y su condición se servicio al conocimiento, a la inteligencia diaria del ciudadano. Si estos cánones parecen en ocasiones desgastados, conviene remozarlos con la pátina reconstituyente del uso profesional y especializado de las nuevas y valiosas herramientas digitales.