¿Has pensado en cómo sería tu ciudad si no hubiera publicidad en las marquesinas de las paradas de los autobuses o en las fachadas acristaladas de algunos comercios? ¿Te has acostumbrado a darle al botón de saltar anuncio al mismo tiempo que ves parte de uno cuando entras en YouTube? Los datos son reveladores: en los países desarrollados cada persona se expone a casi un millón de impactos publicitarios al año.

La publicidad en estado puro es útil; lo que ocurre es que no siempre es inocua. Este libro analiza cómo afecta a la noción de rol y de rasgo, a la identidad personal y grupal, con la idea de que nos posicionemos. Sin diagnosticar no se puede intervenir. Reivindicamos una publicidad no sexista. Exigimos romper con los prejuicios sexistas que permean en multitud de anuncios. Y esa petición la trasladamos a las instituciones públicas, a las empresas del sector y a la ciudadanía, que puede desplegar su sentido crítico y actuar en consecuencia.