La lectura de esta novela absorbe tanto como sorprende. Es una obra fascinante y atractiva cuya trama transcurre en la España de los años sesenta del pasado siglo veinte y que recuerda la literatura erótica y desinhibida de grandes autores (Henry Miller, Anaïs Nin, Vladimir Nabokov, Marguerite Duras, Georges Bataille, Marqués de Sade… o Almudena Grandes), una literatura en la que dominaba la libertad creativa absoluta, sin concesiones a lo políticamente correcto.

Un ejercicio literario de primerísimo nivel. El argumento, duro, viscoso y brutal, recorre temas intensos como la opresión religiosa, la encrucijada del mal, el despertar de la sexualidad o el dolor de la soledad. Un padre escalofriante y una madre beata, frágil y 'buena persona, pero capaz de hacer mucho daño' son los ejes vertebradores de un hogar asfixiante en el que los hijos, paradójicamente, gozan de una extraña libertad. Gabriel Rodríguez Pascual desarrolla esta historia con la precisión de un orfebre y el pulso firme de un cirujano. Retrata la locura del protagonista adolescente, José María, de manera verosímil y cuidadosa, llena de matices. Y lo hace sin eludir la violencia, el dolor o toda la crudeza del sexo iniciático, consiguiendo atrapar al lector hasta hacerle empatizar, pese a sus delirios e ideas salvajes, con el personaje perturbado.