El investigador del Derecho no puede contar, de esta manera con una participación viva del público en los problemas de su especialidad, con una espontánea confianza en que sus métodos sean capaces de hacerse cargo del problema del orden social, con una afirmación unánime del valor ético o con un reconocimiento gustoso de la utilidad social de su actividad; pero menos que todo puede confiar en una buena disposición para comprender los problemas que parecen condicionar la falta de popularidad de la ciencia del Derecho. Esto, nos lo muestra ya una observación, aún somera, de la opinión pública acerca de la Jurisprudencia en comparación con las otras ciencias. La tarea de la ciencia del Derecho se extiende más allá del mero conocimiento de las leyes y de la teoría de la aplicación Derecho. Su objeto no es sólo el Derecho legislado, sino el conjunto del ordenamiento de la sociedad y del tráfico nacional e internacional. Su existencia es exteriormente perceptible tanto en las instituciones y fuentes, como en los conflictos y en las transgresiones jurídicas.