'Quien domina los mares, domina el mundo'. Este proverbio ha marcado la historia de la humanidad, y lo ha hecho tanto en periodos de guerra, para vencer en las batallas, como en tiempos de paz, con el fin de obtener riquezas comerciales. Los imperios se han ido forjando sobre la base del dominio de los mares. Armadas, navegantes, corsarios... han surcado océanos, y han establecido rutas en ellos para conseguir la máxima fortuna. En el comercio de mercancías como la seda, las especias y el oro se asentaron la riqueza y el poder de ciudades tan legendarias como Damasco, Bagdad, Samarcanda y Xanadú, y también Venecia, Lisboa, Sevilla y Estambul, siempre fascinantes a ojos de sus visitantes. Varios procesos de globalización se han dado a través de los tiempos, desde el que protagonizaron los fenicios en el Mediterráneo hasta el que vive el mundo entero en la actualidad. Nace una nueva etapa histórica en la que se reedita el eterno pulso entre Occidente y Oriente, y en la que emerge el comercio electrónico como fenómeno disruptivo.