La criminalidad es uno de esos fenómenos que, indudablemente, no solo inquieta y preocupa a la sociedad sino también, y al mismo tiempo, suscita una amplia narrativa literaria, ha sido llevada en muchas ocasiones al celuloide y, en los últimos años, ha despertado un emergente interés de plató televisivo con un tratamiento de la problemática, en ocasiones, sesgado y sensacionalista, alejado del análisis y rigor científico que esta temática requiere.
Precisamente es ese rigor el que, tras años de investigación, he tratado de aportar a esta obra. Si se parte de la premisa de que, desafortunadamente, tenemos que convivir con unas cuotas de criminalidad cuyo nivel de “tolerancia” viene fijado, mayoritariamente, por la propia opinión pública, deberemos comprender que el objetivo de las medidas y actuaciones que se adoptan en la lucha contra la criminalidad han de interpretarse con la debida prudencia pues aunque estas intervenciones vayan encaminadas a la prevención del delito en muchas ocasiones no consiguen el efecto deseado y que no es otro que el de la esperanza de eliminar el comportamiento delictivo. Aun así, pese a parecer esta meta un sueño inalcanzable, ello no debe convertirse en impedimento para llevar a cabo todas aquellas medidas y planes de intervención que se precisen para conseguir tan anhelado objetivo. Actuaciones estas respaldadas y sustentadas, como no podía ser de otra manera, por un riguroso conocimiento empírico.
Así pues, tras un pormenorizado y estructurado examen de los procesos implicados y de las posibles causas que intervienen en el controvertido estudio de la delincuencia habitual, el presente trabajo de investigación trata, por un lado, de ofrecer una amplia visión en cuanto al modo de entender este problema y, por otro, una distintiva manera de abordar su tratamiento penal y penitenciario en atención a los nuevos avances llevados a cabo en el campo de la neurociencia en esta materia.