Me encanta la tecnología y tengo toda clase de dispositivos de última generación. El poder entrar en la web e interactuar con todo el mundo, en cualquier momento y lugar es un privilegio increíble. Pero también puede volverse en nuestra contra. Los seres humanos estamos programados para ser curiosos, estar conectados, y comunicarnos. Esto nos da información ilimitada y acceso constante a los demás, y no sabemos cuándo parar. Es como cuando seguimos comiendo a pesar de que nuestro cuerpo ya ha consumido el suficiente alimento: seguimos enviando mensajes de texto, navegando y twitteando, mucho después de que nuestras mentes se hayan sobrecargado con datos y estímulos. Sin embargo, todavía no está todo perdido. Cada vez que una nueva tecnología se presenta, se necesita tiempo para elaborar las reglas culturales y los nuevos protocolos; para así poder obtener el máximo provecho de ella. El Movimiento Slow se basa en la sencilla pero poderosa idea de que podemos vivir mejor si tratamos de hacerlo todo a la velocidad correcta. Ha llegado el momento de aplicar ese credo también a la forma en la que nos comunicamos. Definir la Comunicación Slow es el reto asumido por los autores de este estimulante libro. Os pido que leáis cada palabra y os unáis al debate