La búsqueda de la propia identidad, su comprensión y aceptación, sigue siendo una de las grandes propuestas de la narrativa. De una identidad que va más allá de las fronteras que establecen signos, símbolos y significaciones nacionales o culturales. De una identidad que, muchas veces, encuentra respuestas, y también preguntas, en mundos distantes, ajenos y posibles que sobreviven en el nuestro y comprometen nuestra experiencia. El autor propone en Cincuenta novelas del siglo XX una lectura profunda y amorosa de sus propios mundos. Una lectura que se deja seducir por la aparición irrepetible de la lejanía de la que nos habla Benjamin, que se deja conducir por cincuenta miradas que observan el mundo, y, a la vez, alzan su mirada hacia quien las observa, lector o lectora que las intenta aprehender. Cincuenta novelas del siglo XX es, en definitiva, una obra que proporciona las claves de interpretación de muchas otras obras. Su lectura es la lectura de un paradigma vital, personal, por el que el lector podrá dejarse guiar o bien podrá confrontar su experiencia emocional e intelectual con la que el autor le propone.