Esta obra aborda, con una excelente documentación, varios aspectos de la cartografía española durante el periodo comprendido entre el principio del siglo XIX y, casi, la primera mitad del XX.

Previamente, realiza un recorrido por distintas etapas de la cartografía militar a lo largo de su historia; a partir de las enseñanzas de Sun Tzu (Sun Tse) sobre el conocimiento del terreno que ha de tener todo soldado que se precie, hasta llegar a la época de las campañas napoleónicas, cuando muchos de los ejércitos en liza (entre ellos el español) se dieron cuenta de que sus mapas no eran los más adecuados para planear operaciones de envergadura. Este hecho puso de manifiesto la necesidad de elaborar cartografías nacionales con rigor científico, como reclamaba en España Jorge Juan, desde hacía medio siglo. Este fue uno de los motivos de que muchos Servicios Geográficos tuviesen su origen dentro de la milicia, además de que, en aquellos días, los Estados Mayores y determinadas Armas eran los principales impulsores de los desarrollos técnicos y científicos en determinados campos de la Ingeniería y de las Ciencias de la Tierra hasta la aparición de las Escuelas de Ingenieros Civiles.

No obstante, la parte principal de la obra se dedica al estudio de los organismos cartográficos españoles, primero desde su fundación hasta la Guerra Civil y, después, de forma casi exhaustiva, se analizan los trabajos de los principales centros productores de mapas que tuvieron que desenvolverse en los mil días que duró la contienda fratricida.