El renacimiento artístico mexicano desempeñó un papel fundamental en la creación, legitimación y divulgación del imaginario nacionalista posrevolucionario. Los artistas que hicieron arte público de patrocinio estatal o que tuvieron bajo su responsabilidad la educación artística del pueblo fueron verdaderos ideólogos que se vincularon con grupos de poder político y que participaron activamente en la redefinición de la identidad social, cultural y política de México, después de la revolución de 1910. La búsqueda de independencia ético-estética de los artistas se enfrentó constantemente con la necesidad de legitimación simbólica del Estado nacional. Esta confrontación evitó que el arte se convirtiera en un simple medio de propaganda política y contribuyó a enriquecer los niveles de significación de la obra. Este renacimiento del arte hizo suyos los principios esenciales de la estética moderna (primitivismo, clasicismo y esencialismo plástico) y participó de reflexiones sociales y culturales universales. De ahí que la elite ilustrada internacional viera en el experimento mexicano una alternativa a los gastados modelos eurocéntricos. En fin, la relación que se dio entre el campo del arte y el ámbito de poder en la época posrevolucionaria es fascinante e intrincada, y el lector con este libro podrá adentrarse en los terrenos de la historia de la cultura en México.