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Arqueología de la Guerra Civil

Arqueología de la Guerra Civil
(Revista Desperta Ferro. Arqueología e Historia, Nº 50, año 2023)

  • ISBN: 101101253
  • Editorial: Desperta Ferro Ediciones
  • Lugar de la edición: Madrid. España
  • Encuadernación: Rústica
  • Medidas: 28 cm
  • Nº Pág.: 73
  • Idiomas: Español

Papel: Rústica
7,50 €
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Resumen

La arqueología no surgió en origen como una ciencia destinada a comprender episodios históricos recientes, en tanto que a priori es mucho más útil cuando tenemos menos información documental al alcance, aunque cada vez está más claro que es una disciplina clave para el conocimiento y reconocimiento de episodios como el de la Guerra Civil española, que cuenta con incontables espacios en blanco generados bien por omisión o bien por efecto de los discursos políticos desarrollados durante el conflicto o la dictadura que le sucedió. Estos huecos, aparentemente borrados de la historia, solo pueden recuperarse excavando el subsuelo y revisando –a conciencia y con conciencia– aquellos lugares que todavía hoy forman parte de nuestro paisaje y por supuesto de nuestro patrimonio. Sus restos son el resultado de la interacción de personas que vivieron aquellos hechos en sus propias carnes, y es nuestro deber científico recuperar su memoria y darla a conocer de forma objetiva para ayudar así a comprender mejor nuestro pasado reciente y evitar con ello cualquier manipulación partidista del mismo.

Contar la guerra desde una trinchera por Alfredo González-Ruibal (INCIPIT-CSIC)
Hay tres tipos de personas que cuentan la guerra desde una trinchera: los soldados, los periodistas y los arqueólogos. De los tres, los arqueólogos somos los únicos que llegamos tarde. Cuando ponemos un pie en el frente, afortunadamente ya nadie dispara ni hay cuerpos en descomposición. Tampoco hay nadie que nos pueda contar dónde se encuentra agazapado el enemigo, quién está al mando o cuántas bajas ha habido a lo largo del día. Lo que perdemos de inmediatez, sin embargo, lo ganamos de otras maneras. Por ejemplo, como arqueólogo, yo puedo salir andando de una trinchera, cruzar la tierra de nadie tranquilamente, saltar los parapetos de la trinchera contraria y pasearme por ella. Puedo ver lo que ni el soldado ni el periodista pudieron ver. Pero también veo lo que no puede el historiador en el archivo o en la hemeroteca. Y en eso consiste la arqueología de los conflictos contemporáneos: en ofrecer otra mirada. Una mirada que se detiene en detalles que, a veces, han pasado desapercibidos, quizá porque en el frenesí del combate nadie les ha prestado atención o porque, de tan obvios, nadie ha reflexionado sobre ellos.

La primera y la última trinchera por Luis A. Ruiz Casero
Es virtualmente imposible saber cuál fue el primer disparo de la Guerra Civil, pero, metáforas adanistas aparte, debió de producirse en las barriadas obreras de Melilla el 17 de julio de 1936, donde se libraron los primeros combates del conflicto. La primera fortificación stricto sensu bien pudo ser alguna de las barricadas que se levantaron esa jornada en la ciudad africana. La resistencia al golpe se sofocó en seguida, y tres días después ya funcionaba junto a Melilla el primero de los campos de concentración de los sublevados. Las fortificaciones y los centros de reclusión iban a convertirse tristemente en los elementos inmuebles por excelencia en España en los siguientes tres años, y más allá. Las trincheras y los barracones son las auténticas “estructuras tipo” de la arqueología del conflicto de 1936-1939.

Arqueología, paisaje y sistemas defensivos en la Guerra Civil por Pablo Schnell Quiertant
Uno de los acontecimientos más importantes de la investigación en ciencias sociales del siglo XX en España es sin duda la irrupción de la arqueología como fuente de estudio de la Guerra Civil, con una importancia similar a las fuentes documentales. En el conocimiento de la fortificación es especialmente significativo, ya que el elemento material ofrece información sobre su microhistoria, cuántos elementos hay, en qué estado se encuentran, su importancia relativa, etc. Este conocimiento es necesario para su protección legal y para planificar cualquier intervención. Para obtenerlo es imprescindible la arqueología, más la prospección que la excavación, que es más vistosa y mediática pero de utilidad similar. Por ello dedicaremos nuestra atención preferentemente a cómo la prospección arqueológica ha permitido ampliar en pocos años el conocimiento sobre los sistemas defensivos empleados durante la Guerra Civil.

Restos humanos en los campos de batalla por Queralt Solé Barjau (UB)
En todas las guerras de todos los tiempos los cuerpos de los combatientes muertos han quedado extendidos en el campo de batalla. La primera vez que se documenta que eran enterrados y no dejados a la intemperie fue en la Guerra de la Independencia de Estados Unidos (1776-1783) y en las guerras napoleónicas en Europa (1803-1815), cuando las víctimas militares fueron sepultadas en grandes fosas comunes en el mismo lugar en el que habían caído. Inicialmente las excavaba el ejército vencedor, después de que los muertos sufriesen el pillaje de ropas, utensilios, botas, armamento, correaje… Y era entonces cuando una vez desvalijados eran enterrados en fosas comunes, si no por el ejército enemigo, por vecinos de la zona, que buscaban economizar espacio y fuerza de trabajo.

Arqueología de la retaguardia y los bombardeos en Barcelona por Laia Gallego Vila (UB) y Jordi Ramos Ruiz
Barcelona cuenta todavía con numerosos vestigios y cicatrices de la experiencia de retaguardia durante la Guerra Civil española (1936-1939). Su huella material se encuentra en nuestro entorno, conservando cuanto menos una parte de la memoria de estos hechos históricos. La arqueología nos ayuda a recuperarlos y a integrarlos en la historia de lo que conocemos y lo que nos queda por conocer sobre la Guerra Civil en la ciudad.

Arqueología de la represión por Laura Muñoz Encinar (INCIPIT-CSIC)
Uno de los principales aspectos que han caracterizado el siglo XX es la violencia en masa, el genocidio y las violaciones de derechos humanos en todo el mundo. También en el caso de España, durante la Guerra Civil y la dictadura franquista. Un denominador común ha sido la ocultación y destrucción de las evidencias de los crímenes, que fue sistemática e intencional. Se quemaron documentos, se destruyeron o desmantelaron campos de concentración y se ocultaron o destruyeron las fosas comunes. ¿Qué mecanismos y tecnologías se desarrollaron para implementar la violencia? ¿Cómo excluyó el poder a las víctimas y las hizo desaparecer?, y ¿cuáles son las huellas de este proceso? Como ha señalado Alfredo González-Ruibal, la arqueología ha permitido frustrar la fantasía de los perpetradores y mostrar que el borrado de huellas, la desaparición de la desaparición, es imposible. Los desaparecidos, sus rastros y sus historias pueden ser recuperados.

Didáctica de la arqueología de la Guerra Civil española por Francesc Xavier Hernàndez Cardona y Rafael Sospedra (DIDPATRI)
En las últimas décadas la arqueología ha mostrado su utilidad para generar saberes y conocimiento acerca de la Guerra Civil española. Las actividades de excavación se han realizado en los más diversos ámbitos; se ha trabajado en la recuperación de restos esqueléticos; se han limpiado, excavado y recuperado, trincheras y fortificaciones de campaña; se han explorado campos de batalla, así como lugares en los cuales sucedieron hechos históricos; se ha trabajado en estructuras diversas: aeródromos, líneas fortificadas, baterías de costa, campos de concentración, refugios antiaéreos…; se han recuperado artefactos sepultados o incluso sumergidos de todo tipo. Sin embargo, la acción investigadora antes, durante y después de las actividades arqueológicas, precisa de una “didáctica” para hacer comprensible lo que se va a hacer, lo que se está haciendo y lo que se ha discernido o recuperado en la excavación.

Arqueología de la postguerra por Xurxo Ayán Vila (Universidade Nova de Lisboa)
El ejército sublevado en julio de 1936 concibió el conflicto armado como una guerra colonial destinada a ocupar militarmente el territorio. Esta idea clave define la propia naturaleza de la Guerra Civil como hecho fundacional de un nuevo orden social (la Nueva España), de un nuevo Estado y, en consecuencia, de un nuevo orden material. En este sentido, desde la arqueología, participamos del enfoque historiográfico manejado por una nueva generación de historiadores contemporaneístas que defienden la tesis de que la guerra no terminó en 1939. En este sentido, se puede hablar de una auténtica guerra civil irregular, marcada por la lucha guerrillera y la represión contrainsurgente, que finalizaría con la eliminación de los últimos focos de resistencia en la primera mitad de la década de 1950.

Arqueología del conflicto y memoria colectiva. La experiencia internacional por Francisco Gracia Alonso (UB)
La Arqueología del conflicto constituye en la actualidad la línea de trabajo que mejor conecta las intervenciones con la sociedad, puesto que el estudio de los campos de batalla y los restos materiales de los conflictos, la apertura de fosas comunes, identificación de desaparecidos, retorno de los restos a sus familiares o, simplemente, dignificación de los enterramientos, son entendidos como un trabajo positivo y necesario por dar respuesta a preguntas actuales y ayuda a comprender el pasado cuestionando el recurso a la violencia primaria. Además, la posibilidad de que la arqueología forense pueda colaborar de forma determinante en el ejercicio de la justicia en los procesos por crímenes de guerra o contra la Humanidad amparados por la ONU, posibilita la actuación sanadora de las consecuencias de los procesos políticos y los genocidios a partir de datos científicos y no de pulsiones ideológicas. La ciencia se impone a la razón ideológica en la implementación didáctica de las políticas de memoria.

Dirección de Gustavo García Jiménez.

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