Los Borbones comenzaron a reinar en España con Felipe V, en el año 1700, y durante casi trescientos años han gobernado este país.

Felipe V, un joven de 17 años, que llegó a España sin saber español, sufrió dolorosos estados depresivos; confundió la noche con el día, y murió loco.

Luis I murió a los 17 años de viruela. No sabemos lo que hubiera llegado a ser.

Fernando VI, tras la muerte de su esposa, Bárbara de Braganza, no pudo evitar que la herencia recibida de su padre se manifestara en él. También murió loco.

Carlos III, el mejor alcalde que ha tenido Madrid, vivió toda su vida obsesionado por evitar que se apoderara de él la enfermedad que había acabado con su padre y con su hermanastro.

Carlos IV, indolente y confiado hasta lo inverosímil, fue un hombre bueno, escaso de luces, apasionado por la caza y la mecánica. Vivió rodeado de una repugnante galería de personajes.

Los españoles han vertido dos veces su generosa sangre por esta dinastía, la primera en la guerra de Sucesión y la segunda durante la guerra de la Independencia. Aún han de derramarla, una tercera vez, en las guerras Carlistas.

Los Borbones, por mucho que hagan, jamás podrán corresponder a tanto heroísmo, a tanto amor y a tan generosa entrega, siempre estarán en deuda con la generosidad de este pueblo.