El tramo I, desde Sevilla a Cáceres, aparte del aliciente de pasar junto a las ruinas de Itálica en Santiponce, tiene como elemento esencial de su primera parte el cruce de Sierra Morena, iniciado en Caltilblanco de los Arroyos y finalizado en El Real de Jara, último pueblo de la provincia de Sevilla.
El arroyo de la Víbora, puerta de Badajoz, es el paso entre dos provincias y también entre dos Comunidades. Desde él, la dehesa introduce en la variedad de paisajes ligeramente montuosos que llevan a Monesterio, primer pueblo extremeño, y que continúan hasta Mérida, la Emerita Augusta de principios del siglo I, inicio real de la Vía de la Plata, capital administrativa de Extremadura y sede de un importante patrimonio romano que no debe uno perderse.
El embalse de Proserpina, la presa más grande del mundo romano mediterráneo, despide de Mérida, y, tras un par de jornadas en las que se atraviesa el Parque Natural de Cornalvo, la Vía de la Plata lleva hasta Casas de Don Antonio, donde comienza una larga y llana senda abundante en miliarios y puentes romanos y medievales.
En Cáceres, ciudad final del tramo, los templos romanos han cedido su lugar a los palacios de fines de la Edad Media y principios del Renacimiento. Su Ciudad Vieja, recinto amurallado dentro de la urbe moderna, merece también una pausada visita.