Un escolar viajero, del que su dama dice qeu "sabe muito de trobar, de leyer (¿leyes?) e de cantar" y que recibe de ella una cinta de recuerdo, aparece como autor de la Razón de Amor y Denuestos del Agua y el Vino. Las constituciones de la Universidad de Lérida (1.300) ordenan confiscar los instrumentos a los escolares sorprendidos con ellos de noche. Juan Ruiz dice haber compuesto más de diez pliegos de cantares para "escolares que andan nocherniegos" e incluye dos canciones para escoalres que "demandan por Dios". Es decir, los dos aspectos, romántico y pícaro, de lo que, desde el Estabanillo, llamamos tunante o tuno. Personaje vivo en la Universidad española hoy.

Estas Chrónicas Tunantescas continúan la Chrónica de la Tuna, publicado por esta misma editorial, y es también una desenfadada historia de un escolar tunante. Un profundo amor a la Unviersidad, en la que hoy es profesor, unido a un temperamento alegre, desenfado y aventurero, se unen para adentrarnos en esa singular cofradía de la bohemia univesitaria, la Tuna, que proporciona a los que la siguen un original enfoque y una forma particular de vivir la Universidad.

Jiménez Catalán y Sinués y Urbiola, historiadores de la Unviersiad de Zaragoza, dicen que "de estas comparsas de tunos y sopistas salieron hombres que gobernanron a España y ocuparon puestos peeminente en las letras, la política y el foro". En estas Chrónicas, al paso de lso diversos episodios, aprendemos que fueron tunos de Derecho personajes como Rafael Altamira o Vicente Blasco Ibáñez, fotografiados juntos con su tuna de Derecho valenciana, como Castelao fu tuno en Compostela.

Las Chrónicas Tunantescas Segundas están escritas en el mismo cuidado lenjuaje que las anteriores piezas de esta trilogía. Un lenguaje ligero y legible y un estilo humorístico que el autor ha cultivado en un amplio abanico que va desde el latín al Circus Ibericus de Titus Livius Aemilianus a la jerga de Las Cassettes Mac Macarra.