Treinta años antes de que Colón encontrase el continente americano, el papa Pío II promulgó en Mantua la última cruzada decretada por la Iglesia Católica, la Cruzada Universal. Los tácticos de la empresa fueron el cardenal Nicolás de Cusa y el matemático Regiomontano. Pretendían encontrar una ruta que llevase a Jerusalén por Occidente en lugar de por Levante y sorprender a los musulmanes por la retaguardia. Dado el secretismo necesario para preservar la ruta, el mismo papa Pío II, geógrafo de gran prestigio, se dispuso a embarcarse con las tropas para guiarlas. El día anterior a la partida, el papa murió en el puerto de Ancona. Tres días antes había muerto en Todi Nicolás de Cusa. Sus últimas palabras, según Fray Bernardino de Monticastri, las dedicó a Colón. Dieciséis años después de estos sucesos, Colón escribió a Toscanelli, médico personal de Nicolás de Cusa, y le solicitó el mapa con que descubriría el Nuevo Mundo. Los anteriores hechos son completamente verídicos, se conservan los documentos que los acreditan y nadie los ha cuestionado. Simplemente, han sido estudiados por separado sin percatarse que Toscanelli era el eslabón que unía a Cristóbal Colón con la Cruzada Universal.

La obra analiza la empresa del Descubrimiento a la luz de la identidad real de Cristóbal Colón y de las relaciones que el navegante mantenía con las grandes personalidades de su época: su amistad con el papa Borgia; los documentos poseídos por Colón que pertenecían a los papas Pío II y Pío III; la confianza depositada en la reina Isabel de Castilla; la desconfianza que le provocaba Fernando de Aragón; su odio al rey de Portugal; la vinculación con Américo Vespuccio; la financiación de los conversos aragoneses o las difíciles relaciones que mantuvo con los Pinzón. Las causas que provocaron estos sentimientos en Colón fueron determinantes para su empresa. Además, influyeron en los acontecimientos históricos de la época: la expulsión de los judíos de España; la creación de la Inquisición Española; la muerte del hijo del papa Borgia; la muerte del heredero de los Reyes Católicos; la política matrimonial de los hijos del papa Borgia y de las hijas de los Reyes Católicos; la ambición por posesionarse del patrimonio de la Iglesia Romana mostrada por el rey de Francia y por Fernando el Católico y, sobre todo, el futuro de la nuevas tierras descubiertas por Colón al otro lado del Océano Atlántico. Todo aquel proceso se había iniciado treinta años antes en Mantua y se le había dado el nombre de Cruzada Universal.