El Manifiesto convivalista, firmado por una multitud de intelectuales procedentes de diversas tradiciones y escuelas de pensamiento, está dirigido a los hombres y las mujeres que quieren vivir juntos (con-vivir) en base a la cooperación y el cuidado, y no a la masacre del otro y la destrucción de la naturaleza. Se trata de privilegiar las convergencias frente a las divergencias e indicar sobre qué posiciones culturales pueden desplegarse y profundizarse, con el objetivo de encontrar un sustento ético, económico, ecológico y político para la existencia en común. La fuerza de arrastre de este Manifiesto no se halla en una apuesta teórica concreta, sino en la desgarradora denuncia de una paradoja que empuja imperiosamente a la búsqueda de los acuerdos necesarios para paliarla. Por un lado, jamás la humanidad ha tenido a su alcance tantas posibilidades para una efectiva emancipación individual y colectiva; pero, por el otro, observamos cómo aumentan las desigualdades entre las personas y entre los pueblos, desigualdades que además de producir sufrimiento a miles de millones de personas, también ponen en grave peligro la supervivencia de la especie humana y el equilibro ecológico de nuestro planeta.