Patriotas y afrancesados, liberales y serviles, isabelinos y carlistas... Una parte considerable de la clase política que integró los diferentes bandos de la compleja primera mitad del siglo xix español había madurado trabajando fielmente al servicio de Carlos IV e incluso de su padre Carlos III; otros, los más jóvenes, se habían formado en las universidades absolutistas. Respaldada por la propia monarquía, la élite administrativa e intelectual de la España de finales del xviii y principios del xix honraba ya a sus héroes, amaba a su patria y se sentía parte de una nación, si bien tutelada por la Corona. La extensión, además, de conceptos como los de ciudadanía, mérito y amistad venían socavando los tradicionales valores del Antiguo Régimen para establecer vínculos horizontales entre los servidores del bien común. Personajes de la talla de Jovellanos, Meléndez Valdés, Urquijo, Quintana, Blanco-White o Moratín nos servirán de referencia para conocer la relación de estos hombres (y mujeres) entre sí y con el rey absoluto en los últimos pasos de su accidentado viaje hacia la obtención de la soberanía.

ÍNDICE

Introducción.-Capítulo 1. Al servicio del rey.-El asno cargado de reliquias.-«Iluminar» y defender «al Amo»: los «intelectuales orgánicos».-Los pequeños administradores de la Monarquía.-Capítulo 2. Al servicio de la Patria.-Amor a la patria, identidad nacional y bien común antes de 1808.-Las obligaciones del ciudadano y la verdadera nobleza.-Los héroes de la patria.-Las mujeres y el bien público.-La consagración del «rey patriota».-Capítulo 3. La identidad de una clase política e intelectual.-Carrera o clientela: el culto al mérito.-De la covachuela al Parlamento: la autoconciencia del hombre de Estado.-«¿Quién es el público y dónde se le encuentra?».-Amistad, esplín y conciencia de grupo.-Conclusiones.-Fuentes y bibliografía.-Índice onomástico.